La globalización mundial ha hecho que exista una mayor divulgación de los problemas medioambientales que ha sufrido nuestro planeta a lo largo de los tiempos. A su vez, esta divulgación se ha traducido en la adquisición de una mayor responsabilidad y concientización por parte de la mayoría de los gobiernos y parte de la población. La repercusión es tal, que la gestión medioambiental ha logrado llegar a los hogares de las familias, ya que la gestión del residuo, a través de su separación para el reciclado, forma parte de las responsabilidades diarias de muchos ciudadanos.
Los residuos sólidos pueden clasificarse del siguiente modo:
● Residuos peligrosos o tóxicos. Es todo residuo que presenta una elevada peligrosidad para la salud de las personas o el medio ambiente. Algunos ejemplos de este tipo de residuo son las baterías, las pinturas, los aerosoles, bolsas de aire, aceites de motor, líquido de frenos, etc.
● Residuos contaminados. En este caso se trata de residuos que por su naturaleza no son peligrosos pero que, al ser utilizados, han quedado impregnados con otras sustancias que sí lo son. Un ejemplo sería el papel manchado de aceite, grasa o pintura, los envases con restos de producto químico, filtros usados, etc.
● Residuos inertes o no peligrosos. Son aquellos residuos que no presentan ningún tipo de peligro ni toxicidad, tales como cartón, neumáticos, chatarra, vidrio, etc.
Correcta gestión de los residuos
Las correctas gestiones del residuo en el taller recaen sobre el empresario y el trabajador. El empresario es en última instancia el responsable directo de las infracciones que se puedan derivar de la actividad emisora, aunque es el trabajador quien debe poner el máximo empeño en esta tarea, puesto que es la persona que manipula en el día a día el residuo producido.
De toda la normativa citada anteriormente, a continuación, se enumeran los apartados más significativos y que deben tener en cuenta los talleres:
- Almacenar los residuos en el exterior del local y, si no fuera posible, en una zona apartada del recinto que no interfiera en las zonas de trabajo, de paso y de espera de los clientes. La zona de almacenamiento debe estar techada, bien ventilada, con el suelo pavimentado, debe de disponer de cubetas para retención temporal de líquidos.
- Separar los residuos según su tipología en contenedores, de forma que no sean sensibles al contaminante que alojan en su interior y dispongan de cierre hermético (únicamente cuando sea requerido por la toxicidad y/o peligrosidad del contaminante).
- Etiquetar y nombrar cada contenedor de almacenaje del residuo.
- No realizar vertidos en el alcantarillado público, ni desechar el residuo en contenedores o lugares no habilitados para almacenar residuos industriales.
- Realizar mediciones que midan el foco emisor con el objetivo de verificar que está dentro de los límites legales (mediciones de emisiones cada 5 años, y mediciones acústicas cuando la actividad desempeñada esté calificada como susceptible de generar ruidos y vibraciones).
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